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Palabra
colesterol [cholesterol, cholesterin]
m. (Bioquím.). Lípido que se encuentra en los tejidos corporales y en el plasma sanguíneo de los vertebrados; está presente en altas concentraciones en el hígado, médula espinal, páncreas y cerebro; es un alcohol esteroideo, blanco e insoluble en agua; su presencia en exceso en las paredes de las arterias provoca la aterosclerosis. Wikipedia.

fr. cholestérol de fr.cholestérine [khol(ē) χολή gr. 'bilis' + stere(o)- στερεός gr. 'duro', 'sólido', 'en tres dimensiones' + -ol quím. 'alcohol']
Leng. base: gr. (sufijo quím.). Neol. s. XIX. Acuñada en 1816 en fr. por M.E. Chevreul. Acuñó cholestérine que etimol. significa 'sustancia de cálculo biliar', porque lo aisló en cálculos biliares o concreciones de bilis; el término colesterina fue sustituido posteriormente por colesterol (1894) por tratarse de un alcohol.
Imagen
Procedencia de la imagen:
http://es.wikipedia.org/wiki/Colesterol

Comentario

Etimologías engañosas

Es bien sabido que la etimología no explica el significado de las palabras, aunque la mayoría de las veces nos acerca a él; eso es lo que ocurre habitualmente con la etimología de palabras modernas, creadas a partir del siglo XVIII, en paralelo con la explosión del conocimiento científico. El científico que acuña una palabra se preocupa de que su nueva propuesta vaya avalada por una etimología que recoja alguno de los aspectos importantes del significado con que quiere dotar el nuevo término. Gracias a esta actitud tiene sentido un diccionario etimológico como éste que Vd. leyendo en estos momentos. No hay que caer, desde luego, en la falacia etimológica, creer que una palabra significa fundamentalmente lo que indique su etimología. Las palabras se cargan de significados por la relación que establecen unas con otras, porque funcionan en sistemas léxicos que oponen unos términos con otros y van dotando a cada uno de ellos de significados por oposición mutua.

Pues bien, hay casos en los que por deriva léxica, el uso de la palabra está muy alejado de lo que significa su etimología, con lo que ésta despista más que ilustra; es un fenómeno muy frecuente en el campo de la química. Se considera que el descubridor del colesterol en los cálculos biliares fue Poulletier de la Salle, un médico de París, que en 1758 puso polvo de cálculo biliar en alcohol y obtuvo unas laminas cristalinas y brillantes. Pero fue Michel Eugène Chevreul quien les dio nombre y las llamó colesterina; las nombró con buen criterio etimológico, buscando el significado de ‘sustancia de concreción biliar’. Dejemos hablar a este prestigioso químico francés:

«Colesterina [cholesterine en francés]. He dado ese nombre a la sustancia cristalizada de los cálculos biliares humanos. Colesterina deriva de χολή [kholḗ], ‘bilis’, y de στερεός [stereós], ‘sólido’. Se obtiene en estado puro sometiendo cálculos biliares humanos cristalizados a alcohol en ebullición, luego se filtra y se someten a alcohol a baja temperatura ...», p. 58 del Dictionnaire des sciences naturelles, tomo IX, Estrasburgo 1817 en un artículo escrito por el propio Chevreul.

No era consciente Chevreul de la trascendencia que iba a tener ese término cuando a lo largo del siglo XIX se estableció el vínculo entre la presencia de colesterina en las arterias y la arteriosclerosis. A finales de ese mismo siglo se adoptó la denominación de colesterol por tratarse de un alcohol y se comprobó que esa sustancia está presente en muchos otros lugares además de la bilis, con lo que la etimología resultaba cada vez más parcial y alejada de su objeto. Sobre el colesterol desde un punto de vista bioquímico y médico, véase Wikipedia.

La deriva léxica hizo que se utilizara más adelante la terminación -sterol para esteroides que no tienen ya nada que ver con los cálculos biliares, así en 1898 tenemos ya fitoesterol. La etimología es ya inútil, puesto que ahora -sterol se toma con el significado de ‘alcohol semejante al colesterol’. La cosa se complica todavía más cuando la terminación -sterona se emplea para nombrar hormonas esteroideas como la androsterona en 1934 o la progesterona en 1935; siempre sobre la base de colesterol.

Francisco Cortés. Noviembre 2007.

ISBN: 8478005722